¿Y tú quién eres?

He conocido a muchas personas en mi vida, y a todas las puedo catalogar en dos categorías:
Las que tuvieron éxito y las que nunca han fracasado.
¿A cuál perteneces tú?
-Emilio-

El tiempo ni se compra ni se vende.
El tiempo se disfruta y se comparte.
¡El tiempo es único!
-Emilio-

"El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen" - Johann W. Goethe-

domingo, 11 de mayo de 2014

¿CUENTAN LAS APARIENCIAS?







¿Cuentan las apariencias?  

Vean este EXPERIMENTO SOCIAL:
 




 ¿Y tú...? ¿Te dejas influenciar por las apariencias?

En las próximas elecciones... ¿Votarás utilizando la razón o la “pasión” ¿


Ya lo decía Maquiavelo: “Los hombres, por lo general, juzgamos más por las apariencias que por la realidad”


En mis seminarios sobre Inteligencia Emocional siempre insisto en que nuestras decisiones dependen en más del 80 % a las emociones, lo que nos deja tan sólo del 10 % al 20 % a la razón, a los aspectos racionales de la información que percibimos.

Como está de moda la cuestión electoral (debido a las próximas elecciones europeas), voy a relacionar mi artículo con este hecho.

Cuando afrontamos un proceso electoral cualesquiera, se supone que los votantes somos personas racionales, y que elegiremos a nuestros candidatos dependiendo de la información racional que obtengamos y analicemos con el fin de que nos proporcionen un futuro mejor y unas políticas (sociales, económicas, bienestar, etc.) razonables. De ahí los programas electorales (que muy pocos leen).

Ahora bien, todo esto (nuestro análisis racional) está inmerso en nuestro cerebro, junto con una gran cantidad de “imputs” e informaciones que recibimos por los medios de comunicación habituales, del tipo económico, social, moral, religioso, internacional, etc., y es tanta la información que recibimos a través de estos medios de comunicación y de masas que nos resulta bastante complicado realizar un análisis, real, detallado y personal para cada candidato.

Por otro lado, entra en juego nuestro subconsciente, y la psicología nos dice que cuando nos enfrentamos ante tanta información recibida, las personas solemos realizar un proceso de simplificación utilizando lo que llamamos “atajos mentales” para tomar nuestras decisiones.

Estos “atajos” suelen estar muy relacionados con diferentes aspectos como nuestra cultura, nuestra cercanía ideológica con este o aquel partido, con las señales no verbales (gestuales y paraverbales) que recibimos de los candidatos, etc. Es decir, con los condicionamientos emocionales que nos producen los diferentes candidatos y la forma en que nos llega el mensaje (según la programación neurolingüística), lo carismático que pueda ser, etc.

Todo esto generará mayor o menor simpatía de los votantes hacia uno u otro político.


Por tanto, y centrándonos en nuestro lenguaje no verbal, si somos conscientes de que la mayor información que recibimos (93%) suele ser de nuestro lenguaje no verbal y además este está muy en relación con nuestra forma de expresarnos tanto con la PNL como con nuestro lenguaje gestual y paraverbal, los políticos deben ser conscientes del “entrenamiento” que deberían realizar para poder dominar estas habilidades de comunicación y poder llevar su mensaje e influencia al mayor número posible de votantes.

Igual de importantes son las informaciones (no verbales) que recibimos a través de los medios de masas, donde diversos estudios indican que influye en gran medida la expresión facial positiva de un locutor o entrevistador para un determinado candidato que para otro donde sea más hostil.


También dichos estudios indican que esta influencia en los votantes suele ser mayor en aquellas personas con menor coeficiente intelectual y que son grandes consumidores de televisión (donde el lenguaje gestual transmite un 38% de la información). Por tanto se suele juzgar la personalidad, la competencia e inteligencia de los candidatos según su expresión facial. Y por tanto de esto depende, en gran medida su éxito electoral.

En este sentido, debemos tener mucho cuidado como expresamos nuestras emociones. Nuestra expresión facial suele ser el resultado de nuestra gestión y estado emocional, y por tanto corremos el riesgo de que se nos juzgue por esa percepción que recibe la otra persona de nuestra expresión emocional circunstancial a través de nuestro rostro.

Nuestra elección de uno u otro candidato tendrá mucho que ver con ese nivel de competente con el que lo consideremos para ser capaz de dirigir nuestro País durante los próximos años, y esta percepción de nivel de competencia lo adquiriremos según la información objetiva y racional analizada o bien en función de la apariencia y sensaciones que nos transmitan en mayor medida y donde se tiene menor control por parte del individuo o candidato y de la persona que así lo perciba. Aquí y en la mayoría de casos, es nuestro subconsciente quien interviene.

La confiabilidad es otro factor que atañe mucho a nuestras decisiones. Ahora bien, una pérdida de confianza suele producirse de una manera mucho más intensa en cualquiera de nuestras relaciones personales que en nuestras relaciones “políticas”. Aquí suele predominar el sentimiento de idealismo, de “enamoramiento” adolescente, donde no se perciben ni se tienen en cuenta los déficits, los errores, el incumplimiento de promesas ni la incompetencia del candidato o de los elegidos por él. Se suele justificar prácticamente todo, se perdona y se vuelve a utilizar el “sentimiento”, las emociones para volver a darle nuestra confianza. Se les dota de “competencia” y se achacan sus errores a las circunstancias o al adversario. (Como yo diría en “Desarrollo de habilidades”, se encuentran en la etapa de dependencia: “Tú eres el responsable de lo que a mí me sucede, de que no consiga mis propósitos.”)

Por tanto, podemos decir que “la primera impresión cuenta”, la regla 4 por 20: primeros 20 segundos, primeros 20 pasos, primeros 20 palabras, primeros 20 gestos; funciona. Y sólo tenemos una oportunidad para causar una buena primera impresión. Y estas impresiones que causamos basadas en nuestra apariencia son bastante influyentes y ocurren de forma instantánea, muy rápido.

Y esto lo podemos aplicar a los posibles votantes, sobre todo quienes posean un bajo nivel de información objetiva sobre el candidato en sí.

Aunque en Ciencias Políticas se asuma que las decisiones de los votantes son el resultado de procesos de análisis racional, en mi opinión, también las decisiones electorales tienen mucho que ver con nuestro límbico y nuestras emociones.

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