¡Cuidado con lo que dices y con lo que te dices!, puede ser que se haga realidad…
Utilizamos el lenguaje de una forma muy natural y frecuente,
y en la gran mayoría de las veces lo hacemos en un sentido “figurado” (“La
noticia me cayó como una bomba”, “Su rostro parecía un arco iris”, etc.)
Si tomamos estas expresiones literalmente, nos parecerán
ridículas. Ahora bien, esto origina una sensación que refleja fielmente la
experiencia de la persona que las utiliza para expresarse. Y es que, aunque
creamos que las personas elegimos las palabras con el mismo criterio y
significado para expresar nuestras emociones, en realidad no es así; ya que
éstas son elegidas de acuerdo a nuestras experiencias, programaciones (PNL) y
acontecer de la vida. Todo esto irá generando en nosotros lo que denominamos “Creencias
limitantes” que sólo son exageraciones de la realidad que nos producen malestar
emocional y que no nos ayudan a resolver problemas, sino más bien a
intensificarlos.
Estas creencias irracionales generarán en nosotros lo que
denominamos nuestros “patrones de comportamiento” que quedan tan arraigados en
nuestro subconsciente que no tenemos ni que pensar en ellos para que se activen
y actúen, convirtiéndose así en lo que denominamos “reacciones o respuestas
automáticas”.
Nuestro lenguaje tiene mucho que ver con todo esto, y es que
lo que nos decimos a nosotros mismos, nuestro “diálogo interior”, es tan efectivo
y potente que nos va “programando” nuestro subconsciente para posteriormente
activar esas “respuestas automáticas” de nuestra conducta.
Por tanto, ¡Cuidado con lo que dices y con lo que te dices!,
no vaya a ser que se haga realidad…
¡Desaprende!
Rafael Echevarría, en la Ontoligía del lenguaje, nos explica
la potencialidad que tiene la verbalización de nuestros pensamientos.
“Mirada de la Ontología del Lenguaje sobre el Ser Humano por
Rafael Echeverría”