¿Porqué no ayudamos a los demás?
La empatía es la base necesaria para poder simpatizar con las
personas, es la base necesaria de la comprensión y de la preocupación por los demás, la
base de no querer hacer daño a los demás y de querer ayudarles. Si no somos
capaces de saber cómo se sienten los demás no podremos querer ayudarles.
Como definición de empatía podemos dar: Capacidad de
saber lo que siente alguien sin que nos lo comunique con palabras. La
información la recibimos por la cara, el tono de voz, los gestos, etc., es decir
las “pistas” no verbales.
Una de las principales causas de falta de empatía,
similar a tener un problema con el control ejecutivo del cerebro y no poder
diferenciar el mal del bien, es el “secuestro amigdalar”, situación que solemos
tener, actualmente, de forma frecuente debido a un déficit en el control
emocional (“Ignorantes Emocionales”).
Este “secuestro amigdalar” ocasionado por nuestros
primitivos sistemas cerebrales (reptiliano y límbico) es debido a un proceso
evolutivo heredado del desarrollo de nuestro cerebro. Ahora no nos provoca
estrés o ansiedad el ir por la selva y encontrarnos con un león u otra fiera, o
enfrentarnos a otro animal como medida de supervivencia ante el hecho binario
“Huye o pelea” o bien responder a la
cuestión “¿Ataco yo o me ataca él?”.
Esta capacidad de “tomar el control ejecutivo del
cerebro” por parte de los sistemas antiguos, se ha trasladado hasta la
actualidad. Actualmente la situación es otra, pero los resultados siguen siendo los mismos cuando nos
enfrentamos a temas como “llegar tarde a una cita”, “recibir una llamada de mi
jefe”, “enfrentarme a un nuevo programa informático”, etc., ante estas
situaciones nuestros sistemas cerebrales más primitivos suelen comportarse de
igual manera (actuar por instinto de “supervivencia”) a como lo hacían
antiguamente, por lo que se produce el llamado “secuestro amigdalar” y, entre
otras causas, nos convierte en personas egoístas y estresadas.
Este es el motivo (“secuestro amigdalar” casi
permanente) por el que no somos capaces de empatizar en determinadas
circunstancias con los demás, preocupándonos por ellos y queriendo ayudarles. Sino que sólo nos
preocupará nuestra “supervivencia”, es decir nuestros propios problemas.
En términos neurocientíficos, podríamos decir que
existe un bloqueo de los canales de comunicación entre el lóbulo prefrontal
(neuronas inhibitorias) y la amígdala, así que no seremos capaces de sentir su
dolor ni querer ayudarles.
En este video, que os propongo ver, se demuestra que
“la imagen también cuenta”. Debido a que ante un determinado “look” de nuestro
interlocutor, solemos sentirnos más amenazados y con mayor desconfianza que
ante otro determinado “look” más convencional y aceptado socialmente.
Es
el poder de los prejuicios, de los convencionalismos y de nuestras creencias
limitantes lo que nos hace considerar diferentes a los seres humanos
simplemente por “su envoltura”.
¡Desaprende!