¡No
tengo tiempo!
¡No
puedo parar de conducir para echar gasolina, porque no tengo tiempo!
¡No paro porque no tengo tiempo! |
Cada día disponemos de más
herramientas sofisticadas para gestionar nuestro tiempo y para facilitarnos la
realización de nuestras tareas, desplazamientos y actividades, en definitiva
para “ahorrar” tiempo. Y paradójicamente cada vez nos quejamos de que
disponemos de menos tiempo o bien de que nos sigue faltando tiempo para
emplearlo en aquello que quisiéramos.
¿Cuántos de nosotros nos
dedicamos a realizar una exhaustiva “auditoría” diaria de en qué invertimos
nuestro tiempo, es decir, nuestra vida?
¿Acaso no controlamos nuestros
gastos financieros? Si cada fin de mes tuvieras un balance negativo en tu
economía doméstica, ¿no realizarías un estudio detallado de tus facturas para
determinar en qué “gastas” tu dinero? ¿No eliminarías aquellos gastos
improductivos o triviales?
Si no sabes en qué inviertes
los 1.440 minutos de los que dispones diariamente, ¿Por qué no realizas un
análisis detallado de todas las tareas y actividades que realizas y el coste en
minutos de cada una de ellas? Piensa que si no eres capaz de gestionar
correctamente tu tiempo (tus 1.440 minutos diarios) ¿qué otra cosa pretendes
gestionar correctamente?
Nuestro tiempo NO es ORO,
nuestro tiempo es nuestra vida, y algunas de las características más
importantes que lo definen, es que es inexorable, es inelástico, es un bien
atípico que no se puede comprar, vender ni prestar.
¿Acaso no es suficientemente
importante saber en qué invierto mi vida? ¿Conocer qué hábitos son aquellos que
me están “robando” diariamente mi tiempo (mi vida)?
El gran error, en el que
muchas veces nos centramos, es intentar hacer más cosas, más tareas, más
actividades y cada vez más deprisa para poder “ganar” tiempo y conseguir
mayores logros. El resultado es que no hacemos otra cosa que aumentar el número
de decisiones a tomar, aumentar nuestras experiencias vitales y por tanto
fomentar el fenómeno de “compresión” del tiempo, es decir, cada vez aumentar la
sensación subjetiva de que disponemos de menos tiempo en nuestra vida,
aumentando nuestros niveles de ansiedad y estrés, y como consecuencia ser cada
vez menos eficientes.
Este es el gran error que
muchos comentemos y en gran medida por desconocimiento.
No se trata de hacer más,
sino de hacer menos: Se trata de
“auditar” y saber cuáles son las tareas y las actividades realmente importantes
para nuestras vidas y cuáles son las tareas negativas o triviales para nuestros
objetivos o nuestra vida.
Primero, debemos ser capaces
de identificar cuáles son esas tareas y actividades a las que dedicamos mucho
tiempo en organizar, programar y realizar y que son “triviales” para nuestras
vidas. Identificarlas y dejar de hacerlas ya que suponen una gran inversión (de
nuestra vida) para realizar tareas que no son importantes, aunque sí requieren
de nuestra atención y dedicación y consiguen “robarnos” nuestros bienes más
preciados: tiempo, vida y energía (“Ladrones de tiempo”, “Vampiros y Drenadores
de Energía”, “Procrastinación”, etc.)
Después, y una vez
identificadas las tareas y actividades realmente importantes para nuestras
vidas, debemos focalizarnos y ponernos a trabajar exclusivamente en este tipo
de tareas importantes.
Adquiere consciencia, audita, invierte tus
comportamientos mecánicos y sal de tu “zona de confort”, abandona tus malos hábitos,
fíjate un objetivo, identifica las tareas importantes, priorízalas, identifica
y deja de hacer aquellas tareas que te apartan de tu objetivo y “gánale” tiempo
al tiempo.
¡Desaprende!