¿Y tú quién eres…?
Los
tres estados del yo desde los que nos relacionamos con los demás.
Hace unos días, realicé un comentario sobre
uno de los videos publicados por “AprendemosJuntos” que publica fundación BBVA y que
hablaba sobre la importancia de enseñar a los niños a hablar en público. Me quiero explicar...
Entre otros, yo decía que efectivamente es muy
importante desarrollar este tipo de habilidades, ahora bien, siempre que entendamos que este
aprendizaje (de Habilidades Extrapersonales) lo deben hacer desde una base y
como prolongación de sus Habilidades Intrapersonales, y no desde el paradigma
de las técnicas o valores de moda en las que la mayoría se suelen instruir como
simple aplicación de unos tips o determinadas secuencias técnicas aprendidas…
Si la formación para hablar en público de estos niños (o
adultos) se realiza como continuación a un desarrollo de sus Habilidades
Intrapersonales, entonces sí que estaremos hablando de un verdadero aprendizaje
en el desarrollo de su totalidad (continuación o sobre cimientos) como filosofía
de persona e Inteligencia Emocional.
En relación a los tres estados de la persona en los que nos
relacionamos con los demás, no me refiero, en concreto, a la teoría
del análisis transaccional que habla de los tres estados del “yo”
como padre, adulto y niño. Sino que más concreto, me refiero a lo que denomino
en mi libro “¿Eres un ignorante emocional?” a nuestra Filosofía Personal,
y que extraigo aquí.
Nuestro proceso de madurez
continua y de desarrollo como personas íntegras se inicia por adquirir el
conocimiento de un aspecto fundamental: saber cuál es nuestra misión personal.
La respuesta a esta cuestión
fundamental la obtenemos del análisis de
dos partes básicas: ¿para qué estoy aquí y qué hago para ello? Yo sé cómo los
demás me ven, cómo los demás dicen cómo debo ser, cómo ellos dicen que soy,
etc., pero soy yo quien tiene que decidir cómo quiero ser. Y segunda, ¿Lo
decido yo o influye en mis pensamientos y en mis conductas los juicios de los
otros (mi entorno más cercano) y de la sociedad en general?
Los seres humanos vivimos tres
“vidas”: Una vida pública (relaciones con los demás), otra vida privada
(relaciones con nuestro entorno más cercano, casa, familia, etc.) y, por
último, nuestra vida interior, ésta es la que realmente influye a las otras
dos. Esta vida interna la definimos como aquella vida interna de nuestros
pensamientos, de nuestras emociones, la que realmente nadie conoce más que
nosotros. Nadie conoce cuáles son nuestros sentimientos, nuestras intenciones,
ni emociones, nada más que nosotros mismos. Y por tanto, sólo yo tengo acceso a
mi vida interna, acceso para entrar en estos pensamientos y sentimientos para
poder analizarlos y gestionarlos.
Muchas personas, sólo cuando
se encuentran en situaciones muy dramáticas, de gran sufrimiento o de dificultades,
o han pasado por un hecho traumático es cuando realmente realizan una auténtica
introspección y análisis de su vida interior. En una situación de gran
sufrimiento es cuando muchas personas realizan el análisis de sus valores, de
sus principios y se dan cuenta que, durante mucho tiempo, han estado subiendo
por la escalera del “éxito”, peldaño tras peldaño, para al final darse cuenta
que la escalera no estaba apoyada en la pared adecuada.
Se dan cuenta que sus valores
no estaban alineados con los Principios fundamentales, que se han ido dejando
muchas cosas importantes por el camino, que, a lo largo de su vida, se han
apoyado en los “valores de moda”, del momento y que realmente han puesto a
merced de lo menos importante aquello que sí era lo verdaderamente importante.
Y esto sucede porque nunca se han parado a reflexionar sobre cuál era su
misión, sobre cuáles eran sus Valores reales, sobre cuál era su propósito de
vida; se han dedicado a trabajar esos valores “de moda” (o técnicas) que
configuran su personalidad (relaciones o imagen ante los demás) sin tener en
cuenta cuáles eran los Principios básicos (Carácter). Y esto es un gran error,
ya que en la ética del carácter es donde se encuentra la base del desarrollo de
la confiabilidad (tema importantísimo en las relaciones con los demás).
La vida privada no es la vida
interior (aunque muchas personas la confundan), tú puedes estar viviendo una
vida privada feliz, independiente, placentera, tranquila pero esto no significa
que tu vida interior también sea tranquila, placentera y feliz. La vida
interior requiere que seamos capaces de hacer introspectiva y desde aquí
analizar y ver cómo estamos viviendo nuestra vida privada y pública, qué
aspectos, qué principios son los que realmente nos mueven en nuestras vidas
privada y pública, y si realmente estos principios son los míos o los de los
otros. Si no son los míos, lo que ocurre es que no vives tu vida, sino que
estás viviendo la vida que otros te marcan.
“No se puede hacer lo correcto
en un aspecto de la vida, si se hace lo incorrecto en otro.
La vida es un todo
indivisible”
(Gandhi)
No podemos tener una
apariencia en nuestra vida pública mientras que todo es un desastre en nuestra
vida privada o en nuestra vida interior, porque la vida es un todo indivisible
y el estado de cualquiera de nuestras vidas se transmite mediante “vibraciones”
a cualquiera de las otras vidas que se “mimetizan”.
Debemos trabajar en dos
asuntos: Visión y Principios. Debemos ser pacientes y darnos varias semanas
para determinar cuál es nuestra visión, cual es nuestra misión y cuáles son
nuestros Principios.
Las personas que actúan según
sus principios, sus propósitos y su visión personal no dejan su libertad y su
poder de elegir en base a las debilidades de los demás. Si lo hacen, cada vez
que lo hacen, se convierten en personas
más débiles y que dan más poder a los otros (a sus comentarios, a sus palabras,
a sus hechos, etc.) para que les sigan dominando sus vidas.
Desarrollar este aspecto,
supone mucho trabajo, trabajo de introspección, mucha capacidad de reflexión
sobre nuestra vida interna, sobre nuestros principios, sobre nuestra visión y
propósitos de nuestra vida. Sobre todo, supone mucho trabajo para aquellas
personas que siempre culpan de sus fracasos a los otros.
Piensa que la construcción de “tu
marca personal” es la alineación de tu vida personal con la vida profesional, y
será aquello que te haga único y especial.
¡DESAPRENDE!