¿Y tú quién eres?

He conocido a muchas personas en mi vida, y a todas las puedo catalogar en dos categorías:
Las que tuvieron éxito y las que nunca han fracasado.
¿A cuál perteneces tú?
-Emilio-

El tiempo ni se compra ni se vende.
El tiempo se disfruta y se comparte.
¡El tiempo es único!
-Emilio-

"El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen" - Johann W. Goethe-

jueves, 5 de enero de 2012

No dejes que tu hijo sea un “ignorante” emocional

No dejes que tu hijo sea un “ignorante” emocional


El gran fracaso de los últimos siglos en el mundo, ha sido... ¡ la educación ¡.
El 85% de nuestras decisiones son emocionales.  Pero, ¿Cuándo nos educaron en optimismo, entrega, resistencia, alegría, enfado, tristeza, compromiso, ...? En definitiva en Inteligencia Emocional, en ser capaces de gestionar eficientemente esos contenidos que provienen de nuestras emociones, de esa capacidad que afecta en gran medida al resto de habilidades, o bien las facilita o bien las interfiere.

En el colegio nos enseñan materias como matemáticas, lenguaje, historia, música, etc., pero ¿cuándo se enseña a identificar emociones, a tener conciencia, a aceptar, a regular y a expresar eficazmente nuestras emociones?, ¡nunca¡ Somos los padres los que debemos cubrir (en alguna medida cubrimos) este déficit.

Las emociones son un “kit de herramientas” con el que nacemos y con el que vivimos el resto de nuestra vida y durante todo el tiempo, herramientas con las que interactuamos con el resto del mundo y con nosotros mismos. No trabajar y desarrollar esas habilidades de la inteligencia emocional nos convierten en unos “ignorantes emocionales” lo que nos provoca sufrimiento y hasta enfermedad.

            Desarrollar nuestras habilidades interpersonales e intrapersonales nos convertirán en personas con características diferenciadoras como poseedores de un buen nivel de autoestima, capacidad de aprender más y mejor, desarrollar menos problemas de conducta, convertirnos en personas positivas y optimistas, en personas capaces de entender los sentimientos de los demás, que resisten mejor la presión de sus jefes y/o compañeros, que superan con dificultad las frustraciones y que resuelven bien los conflictos.

Ayuda a tu hijo a desarrollar y estimular estas habilidades intrapersonales e interpersonales que forman la Inteligencia Emocional. Te daré algunos consejos:

No debes tener miedo ni reparos a demostrarle tu amor. El contacto físico y visual es indispensable. Acarícialo. Los niños aprenden por imitación, si reciben cariño darán cariño.

Es muy importante que sepan reconocer y expresar sus emociones. Preguntarles ¿Cómo te sientes? Y que sea capaz de expresarse con una emoción: angustiado, triste, alegre, etc. No sirve bien ni mal. También es bueno expresarlo, “me siento muy frustrado”, “me siento triste”, “estoy enfadado”, etc. Es importante que los niños aprendan a etiquetar las emociones.

Es importante que los niños sepan tomar decisiones por sí mismos, que adquieran independencia. Para eso deben ser responsables de sus propias emociones. Saber cómo se sienten, decir cómo se sienten y por qué se sienten así, es decir qué es lo que interpretan de un hecho (externo o interno) determinado y que les genera una emoción “negativa”. Y por tanto ser capaces de interpretar de otra manera el hecho para generar otro tipo de emoción.

No niegues a tu hijo tener determinadas emociones. Si te dice que está enfadado, triste, frustrado, etc., no le digas que no debe sentirse así, que no tiene motivos, etc. Pregúntale por qué se siente así, que sea capaz de analizar e identificar la interpretación que él hace sobre el hecho desencadenante.

Enséñale los límites de la disciplina por medio de acuerdos entre todos los miembros de la familia. Se trata de trabajar las relaciones sociales basadas en el respeto, el consenso, la comunicación, la influencia, cumplimiento de normas, etc.

Hazle saber siempre que es una persona capaz e inteligente. Enséñalo a motivarse cuando algo le sale mal y a superar los sentimientos de ira, rencor, frustración, etc. Reconoce sus logros, pero evita magnificar sus acciones porque puedes conseguir fomentar su intolerancia o resistencia al fracaso cuando se equivoque.

No le sobreprotejas, debes motivarle a experimentar, a hacer cosas nuevas, pero no las hagas tú por él. Si lo sobreproteges le darás el mensaje de que él no puede hacerlo y eres tú el que tienes que hacerlo en vez de tu hijo, y por tanto deteriorarás su confianza y le producirás una gran dosis de inseguridad en sí mismo.